ONCE MINUTOS
Paulo Coelho recoge en "Once Minutos" la historia de alguien que se hizo prostituta por causalidad y, atrapada ya en la profesión, aprende de ella hasta el punto de convertirla, de la forma más frívola posible, en el medio para volver a su país. Todavía no he acabado el libro y la verdad es que, a pesar de que no me está entusiasmando en demasía, me ha hecho reflexionar como nunca sobre la prostitución, y más ahora que el debate quema las calles.
Yo puedo catalogar a la prostitución como una forma más de trato degradante hacia la mujer, pero mi argumento pierde fuerza cuando una mujer manifiesta que se siente plenamente libre y nunca vejada por vender su cuerpo. Puedo decir que la prostitución es una manifestación más de un machismo anclado en nuestra sociedad, pero debo callarme cuando veo que la prostitución masculina va en aumento en nuestro país. Puedo entender que ciertos sectores insten al Gobierno para que proceda a abolir la prostitución, pero no sé si tiene importancia que a todos nos resulta imposible imaginar la desaparición de la misma cuando voluntariamente tantas mujeres/hombres deciden ejercerla y tantos hombre/mujeres hacer uso de ella. Me pierdo en respuestas si tengo que marcar SÍ, NO o N.S.N.C. a la pregunta de si estoy de acuerdo con la regulación de la prostitución.
Un señor con gorra blanca grita desde la otra esquina; ha iniciado un debate con la chica que le está haciendo la encuesta y parece alterarse con una de las preguntas. Una mujer se úne a los gritos del hombre y apoyando el carro en la pared gesticula más que nadie. Me pierdo entre ellos y me veo como ellos ... no es cuestión de contestar simplemente sí o no a la regulación o abolición de la prostitución. Recupero la atención en mi encuestador que, en mi ausencia, recorre las páginas de un periódico de ámbito nacional donde se acumulan anuncios de clubs nocturnos, abiertos 24 horas, prostitutas univesitarias, expertas en griegos, mulatas .... Yo también he leído hace un rato ese mismo periódico, y una editorial, con un titular de grandes letras, apuesta por la prohibición absoluta de la prostitución... a eso, en clase me enseñaron a llamarle hipocresía. Con eso, tampoco creo que solucionemos nada.