DE PROFESIÓN: A VECES, MUJER


Pilar. 35 años. Transporte Internacional.
Cuando el sol se fundió en el cielo, la carretera se extendió hasta más allá del infinito, eterna, bajo las ruedas de su camión. Aún le quedaban bastantes horas para llegar a casa. En la radio enlazaban las noticias con su programa favorito, y subió el volumen. La escasa luz anaranjada de la cabina del camión le apeteció.
Cuando tres años antes había decidido dejar de repartir bollería entre los pequeños comercios de Teruel y optó por dedicarse al transporte internacional, en el barrio no llegaron a creérselo. Hoy Pilar recorre Europa al ritmo de viejos casetes y sonríe cuando Bruno le dice que no se considera machista pero que al mando de un camión mejor un hombre, y entonces su ignorancia no permite a Bruno tan sólo enumerar un motivo para su desafortunado comentario.

Inés. 29 años. Empleada de banco.
La mesa de su compañero está llena de nuevos expedientes. Y tiene tres clientes más esperando.
Inés ya ha organizado y contabilizado los recibos del día y se ofrece para pasar visitas. Los tres clientes son hombres y parece que quieren información sobre unos fondos de inversión. Los tres se vuelven cómplices con una mirada; el que parece mayor la observa en su silencio, escudriñando más allá del borde de su falda ... prefieren esperar para hablar con su compañero. Inés insiste. El hombre mayor, también insiste. En el Banco le sucede a menudo. Los clientes prefieren comentar ciertos temas con Pablo, Miquel o Robert. Cuando Inés se enfada sus compañeros ríen a carcajadas. Seguramente, le dicen, sus zapatitos de tacón color mostaza pervierten las mentes de los clientes y les hacen no atender a sus explicaciones ... Inés se encierra en el lavabo.

Claudia. 36 años. Policía.
Ha entrado en comisaría y reconoce rápidamente al denunciado observando el cartel con las fotografías de personas desaparecidas. El Abogado está pasando las hojas de un periódico y levanta la vista al verla pasar. Mientras se pone el uniforme sabe que el interrogatorio será difícil. Lleva toda la semana con el mismo asunto y al final ha conseguido localizar al denunciado. Sabe que vendrá perfectamente asesorado pues ha escogido a uno de los mejores abogados penalistas de la provincia. El Caporal ha dejado a Claudia al mando de la investigación y al colocarse la placa con el nº de identificación le tiembla el pulso; se queja al sentir el pinchazo del imperdible.
Cuando empieza el interrogatorio intenta mostrarse lo suficientemente cercana para ganar la confianza del ahora detenido, pero se paraliza cuando comprueba que el detenido se ríe, bosteza y mira con descaro el cierre de su camisa a la altura de los pechos. Tiene que repetir las preguntas más de dos veces y cuando le hace las preguntas rutinarias y, entre ellas, la de si está casado y tiene hijos, éste le devuelve la pregunta en tono desafiante ... a pesar que Claudia advierte al detenido de la seriedad e importancia de la declaración, éste mira al Abogado y le comenta en voz baja que en su país no permitirían a una mujer llevar sola un interrogatorio y que prefiere que venga un "señor policía". Claudia insiste en que no puede hablar con su Abogado durante el interrogatorio. A partir de ese momento el detenido se niega a contestar todas las preguntas. Está en su derecho.

El Abogado, al marcharse, comenta a Claudia que es una vergüenza que aún se vivan este tipo de situaciones y se infravalore el trabajo realizado por una mujer. Claudia levanta los hombros y se limita a asentir con un movimiento de cabeza. Finalmente, el Abogado, seguramente con la intención de hacerla sentir bien, le ofrece la mano y con un principio de sonrisa le dice que en realidad ha intimidado a su cliente ... ante una mujer así, raro sería poder continuar articulando palabras. Claudia piensa que la gracia ese Abogado la tiene allí donde se acaba la espalda y soltándole la mano le da los buenos días.
Claudia cierra el atestado de únicamente tres hojas; lo deja en la mesa del Caporal. En un post-it: "tengo que hablar contigo". Nuevamente, sólo Claudia, tiene que dar explicaciones sobre el comportamiento de ciertos detenidos con ella.

6 comentarios:

e-catarsis dijo...

Supongo que te diran que exageras, aunque tú y yo sabemos que no es así...
Un saludo y buena exposición

MENS REA dijo...

Hombre, pues sí... Hasta yo pienso que a veces exagero porque me resultan increíbles ciertas actitudes. Pero hay situaciones así, en las que la credibilidad, la autoridad, se cuestionan por el solo hecho de ser mujer, y por mucho que se haga, ante ciertos personajes, eres eso únicamente: mujer (para lo malo).

Max Estrella dijo...

ahora contamos con la ley de la igualdad que ha de servir de ariete para normalizar situaciones que afectan al 51% de la población española...queda camino pero creo que lo importante es que se está en marcha...
besos,letrada

MENS REA dijo...

El problema creo que principalmente está en el concepto tan diferente y absurdo que tienen ciertas personas sobre una mujer y sobre un hombre y especialmente cuando desarrollan una determinada actividad laboral. Cuando del hombre no se duda, de la mujer, desde un principio, se cuestionan demasiadas cosas.

La mayor satisfacción está cuando tras las dudas ciertas personas acaban por desistir de su actitud "machista" y aceptan al profesional, independientemente de su sexo.

La ley: bienvenida sea.

Saludos.

Boladevidre dijo...

com anava allò de la sartén y el fuego?. Ja saps, i en la teva feina déu ser el pa de cada dia, que l'home és aquell animal que ensopega dues vegades en la mateixa pedra, i ni es disculpa a la pedra per les patades. Algunes vegades algunes dones surten del camí i poden, finalment, aixecar murs que protegeixin la seva llibertat

Boladevidre dijo...

Ja ho sé, ja ho sé; com a persona masculina he detectat, i detecto cada dia, situacions similars. Pot ser per això que, per contrarestar, procuro que m'atenguin dones, sempre; en l'advocacia, en la sanitat, a tot arreu; i m'he adonat que hi confio més; també hi ha la quota d'ineptes, és clar, però en general les paraules dels homes se les emporta el vent; no totes, tampoc, és clar.