MI ADIOS
Techos altos, muy altos ... y un pasillo. Camina despacio arrastrando cada paso, como copian José Antonio, Javier y Juanje. Los brazos reposan, caídos, y habla y habla, de lejos, sin que Mari entienda nada. Le busco de repente ... pero en este instante no le encuentro. Tampoco al siguiente instante. Ni tampoco mañana.
Volábamos alto, muy alto, Jorge y yo. Por encima de las nubes. Por encima de todos. Por encima de Juan. Volábamos rápido, muy rápido, Jorge y yo, desde otro país. Más rápido que nadie, seguro. Pero Juan fue más rápido, demasiado rapido, y nos venció. Y se colocó muy alto, por encima de nosotros.
Conscientes, aturdidos, desencajados, cansados, impotentes, queriéndonos, dormidos, abrazados, tristes...tan tristes... llegamos al hospital, y en él no quedaba ya consuelo ni verdes esperanzas, sólo infintos lamentos que clavaron nuestros pies aún más en el suelo, fijos, casi enterrados.
Y nos dijeron que Juan nos adelantó en el cielo, a Jorge y a mí, sin que nos diéramos cuenta. Y nos dijeron que se hizo paso entre las nubes, acariciando el avión, ... y no nos dimos cuenta. Se colocó por encima de nosotros, y allí colgado, etéreo, sonrió en silencio, un poco más tarde, al vernos a todos juntos, y lloró, como todo y buen sentimental, al ver a su Mari rota de pena, de tanto llorar. Y lloró también al escuchar, esa tarde, palabras nuevas de Jorge, el hijo que lamentaba no haber dicho a su padre cuánto le quería. Y entonces sé que Juan descendió y bailó emocionado a su alrededor cuando su hijo decidió regalarle palabras a gritos, aferrado a su mano, necesitado de su mano y de su compañía, ya por todas las mañanas que amanecerían. Y Juan se fue, a las 21.18 horas del pasado 1 de septiembre, sin parar de bailar, contemplando como Jorge restaba incrédulo, al borde de aquella camilla, preguntándose porqué no había visto a su padre pasar, si él volaba ... volaba, más rápido y más alto que nadie.
Papá, se que cuidarás de él ... y de todos nosotros.
3 comentarios:
Tocaron a mi puerta y entre sueños pensé que me traían un champú... poco después Jorge y tú estabais volando. Y Juan también.
Yo no lo conocí, pero siento su pérdida a través de vosotros, de vuestro llanto, de vuestro dolor.
Ahora es como si tuvierais que aprender a vivir de nuevo, esta vez con una pena, un vacío..
Ánimo, porque ahora él os ayuda con más fuerza que nunca.
Un besazo para los dos. Me parece que ya no hace falta que os lo diga, pero... os quiero.
Lo sabemos..pero siempre sienta bien oir y ver que tenemos gente a nuestro alrededor.
Aquella mañana fue tremenda...y por desgracia formásteis parte de ella... pero aquellos abrazos al despedirnos no los olvidaré jamás.
Un besote para los dos.
Como pocas veces en mi vida hasta el momento, estos dias he sentido dolor en el corazón. Un dolor augmentado por la impotencia al ver que por muchas palabras o gestos, no he podido cambiar nada para que Jorge (y por extensión Vero) pudieran seguir en su máxima esplendor de felicidad.
Todo ha cambiado. Las reglas de juego pueden ser las mismas, pero el terreno ha cambiado y almenos quiero estar en ese nuevo terreno para seguir jugando juntos.
Vero y Jorge han sido siempre un ejemplo a seguir para nosotros. Y en esta nueva difícil situación también lo estan siendo.
Incondicionalmente, sus quiero.
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