EN MI NOMBRE, SÍ
Cuando abrió los ojos aún sentía el estallido en las sienes. Ni piernas, ni brazos ... únicamente tenía sienes. No sabía que la metralla le había vencido en una carrera contrarreloj y que la humedad del suelo sería su última caricia. No entendía. No lograba recomponer ni tan siquiera su vida que, cual rompecabezas de piezas infinitas, se perdía tras sirenas e incendiados escombros. Recuerda buscar cuanto le había sucedido, instantes antes, justo debajo del coche ... como una mera rutina. Recuerda haber contestado a alguien que no se sentía amenazado ... intrépido ignorante ...
Cuando cerró los ojos, no los volvió a abrir jamás.
Cualquier muerte en manos del terrorismo merece un mismo y unido reproche.
3 comentarios:
Amén.
Sí.Ni más ni menos.
Besos
Así es.
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