SOLUCIONES IMPOSIBLES
El cigarrillo se consumía en el límite de los labios de mi abuelo. Sin retirarle la mirada al profesor, ya intuyó que solución imposible era la respuesta al problema planteado. Quiso efectuar menos de cuatro anotaciones y de la cartera extrajo papel de fumar y un minúsculo lápiz afilado con navaja.
Tras una breve anotación afirmó con seguridad que no había solución, que jamás podría resolverse.
El profesor no había apartado su mirada de Antonio y en el breve espacio de tiempo en el que hacía aquellos cuatro cálculos, observó sus albarcas hechas de neumático y ligadas con cortantes cuerdas, los lavados de sus pantalones y los descosidos de su camisa, las erosiones de sus manos y la reseca piel del rostro, arrasada, desde hacía tiempo ya, por el sol que ahogaba de calor los olivares. Aquel joven se apoyaba en un pequeño pilar de tres caños, junto a su hoz y un sombrero de paja de ancha ala. El profesor sabía que hoy tampoco había comido más que ayer, pero intuía en la impaciencia con la que respondía los problemas que en aquel instante olvidaba, tras sus cuentas, el volver a la caseta y los llantos de su madre olvidados en un rincón por la muerte de sus hermanos gemelos, en el margen de aquella carretera.
Antonio prácticamene no tenía formación alguna pero era capaz de adivinar y razonar sus respuestas. Tras cortas clases logró sorprender a su mismo profesor. Tras la dureza del hambre, tras espigas y ramas de olivo, tras la pura necesidad, sin horarios de clase y sin asignaturas que repasar, Antonio se estremecía entre los múltiples cálculos que el profesor le planteba ... y hallaba soluciones, como la de aquel día ... soluciones imposibles, que el profesor convertía en metáfora en aquella tierra del Sur agazapada tras una posguerra aún cruda y cruel como ninguna.
Antonio prácticamene no tenía formación alguna pero era capaz de adivinar y razonar sus respuestas. Tras cortas clases logró sorprender a su mismo profesor. Tras la dureza del hambre, tras espigas y ramas de olivo, tras la pura necesidad, sin horarios de clase y sin asignaturas que repasar, Antonio se estremecía entre los múltiples cálculos que el profesor le planteba ... y hallaba soluciones, como la de aquel día ... soluciones imposibles, que el profesor convertía en metáfora en aquella tierra del Sur agazapada tras una posguerra aún cruda y cruel como ninguna.
Algún día, Antonio explicará a su nieta lo que sabía, porque los fuertes vientos del Norte robarán sin duda la rapidez de sus respuestas y también aquellas operaciones que aprendió sobre un papel de fumar ... en aquel Sur perdido de cualquier opotunidad.
1 comentario:
Holaa. Te dejo un eco-meme. No falles
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