ÉL NUNCA LO HARIA


Intenté acercarme con el recelo que se merece un perro de su tamaño. Mi mano temblorosa accedió a rozarle levemente la zona superior del pecoso hocico; no hizo ningún ademán más que el reiterado movimiento de cola que me agredecía el gesto. En la Comisaría de Policía era la primera vez que veían a aquel chucho merodear entre los coches patrulla, pero era fácil descubrir la mirada triste de caricias abandonadas y de golpes que le hicieron perder el conocimiento seguramente en el margen de un camino. Tras más de dos horas de declaraciones ante los agentes salí con el pensamiento puesto en volver a encontrarlo. Aferrado a la esquina siguiente, sometido a cualquier esperanza que no fuera otra soledad, recibió, alzando su mirada sumisa, mi proximidad. El claxon de un camión despertó el instinto adquirido por una violencia humana, y convertido en huida me abandonó en aquella esquina. Me esperó nuevamente en la distancia y con un leve chasquido de dedos conseguí que nuevamente se me aproximara. Recompensé su obediencia y su mirada triste con una casa.

En cada mano Bernadette ofrecía a un cachorro. La elección fue sencilla, pues el cliente optó por el de sexo masculino. Bernadette preparó con entusiasmada tristeza la caja de bricks de leche vacía; un poco de agua para el viaje y un puñado de pienso de oferta; preguntó inisistentemente para quién era; mostró su antipatía al saber que aquel cahorro iba a ser un regalo; finalmente dio su teléfono y su dirección de correo electrónico, para mantener el contacto. Hacía días que no se llevaban a ningún perro y la casa ya no tenía más tejado para nuevas acogidas. Era Navidad. En el escaparate de la tienda de animales de la misma calle se aglomeraban padres e hijos golpeando fuertemente los cristales. Algunos cachorros se quejaban y otros conseguían dormir al otro lado del "quiero éste... no éste"... La casa de Bernadette no había tenido más que una visita ... La tienda de animales, un centenar de compras compulsivas.

Durante estos días tengo a los dos en casa. El primero, Yoko, vive desde que lo recogí de la Comisaría junto a un niño con minusvalía física;hoy Raul está en el hospital y reía al escuchar las aventuras de Yoko al otro lado del teléfono. Homer, lleva siete años en casa.

Dicen que tengo una sensibilidad especial por los animales. No es eso.

7 comentarios:

ecasual dijo...

Son criaturas preciosas. Nos llenan de felicidad.

Te deseo unas felices fiestas.

Un gran abrazo.

Anónimo dijo...

Homer y Yoko tuvieron suerte, encontraron un nuevo hogar y alguien que colmara sus mínimas necesidades (un poco de comida, un poco de cariño y uno o dos paseos al día); a cambio ellos han entregado su vida y se convirtieron en los más fieles compañeros.

Muchos otros no tuvieron tanta suerte... comenzando por nacer o ser adoptados en un país que a veces le cuesta desprenderse de una vez por todas del tercermundismo de épocas pasadas.

Me pregunto por qué un Gobierno (sea cual sea su color) acostumbrado a legislar a golpe de telediario no actúa de una vez por todas contra esta barbarie. La solución pasa por una sensibilización general empujada por un endurecimiento serio del código penal y otras medidas drásticas, como podrían ser:

1.- Imposición de un impuesto de lujo para la adquisición de animales, con el fin de disuadir compras compulsivas y de que sólo accedan a un animal aquellos quien realmente lo deseen.

2.- Fin de la exposición en escaparates (interiores también) de todo tipo de cachorros, con el mismo fin anteriormente citado.

3.- Identificación obligatoria de todos los animales mediante microchips.

4.- Elaboración de algún tipo de licencia por dueño donde se identifique a todos los animales. Dicha licencia sería renovable y exigiría un chequeo veterinario de los animales.

5.- Endurecimiento severo del código penal para aquellos que abandonen y/o maltraten a un animal; nada de parches para intentar acallar las protestas surgidas.

Sin embargo, y ante todo, es necesario un cambio de actitud, una educación que sensibilice a las personas acerca de la tenencia de animales; dicha educación podría comenzar a impartirse en las escuelas.

No puedo llegar a entender cómo alguien que ha mirado alguna vez a los ojos de su perro sea capaz de traicinarlo de manera tan mezquina y cobarde... Yo nunca lo haría.

Tanhäuser dijo...

Te devuelvo la visita. No sabía que Homer tenía un "hermanito".

Un besazo.

MENS REA dijo...

Bueno, la verdad es que estamos de canguros. Han operado a Raúl y lo cuidamos estos días.

Un besote y hasta el domingo.

MORGANA dijo...

Me alegro muchismo de haber entrado en tu "casa virtual" es un placer.
Me alegra encontrar personas que actuan así, tengo 2 gatos y un perro me los encontré con frio, hambre y miedo.
No les importó que yo no tuviera pedigrí, les estoy muy agradecida por haberse cruzado en mi camino y en verdad por haberme recogido a mi.
Besos.

Ruth dijo...

Un placer haberte encontrado.
Mis padres han tenido dos perras, una se la cogieron a un amigo que había tenido una camad demasiado grande y la otra a una veterinaria que buscaba cobijo para las crías de su propio animal, sin cobrar un duro. Yo tengo un gato que me dieron gratis en una tienda de animales, el dueño de la tienda se enterneció y prometió que les daría un buen hogar en lugar de condenarles al río. Nunca pagaría por tener un amigo; tampoco lo haría por un animal.
Me seguiré pasando por esta tu morada.

MENS REA dijo...

Gracias Ruth por pasarte por aquí.

Saludos.