PRESENCIAS
Siento que está detrás de mí. Fuerzo mis pasos y alcanzo una velocidad que mis tacones en los adoquines húmedos se resiten a seguir. Sigue tras de mí. Puedo detenerme bajo una farola y mientras recupero el actuar con normalidad, siento que ya no está. Me asusto al escuchar el rugido de la persiana de la carnicería bajar y también cuando huelo la sangre resaltar en la bata blanca de la mujer del carnicero que me sonríe educadamente y me escupe una buenas noches. Mis ojos recuperan la oscuridad del día que más tarde llegué a casa después del trabajo; y precisamente hoy, otra vez, el Ayuntamiento se ha olvidado de colocar farolas hasta mi coche. En una zona que seguramente no haya sido nombrada en los manuales de Medicina pero que yo noto entre los hombros, la nuca, la etiqueta de la marca de la camiseta y en el rozar del pelo en la piel de la espalda... siento que la presencia está justo detrás de mi. Cuando entro en el coche, escojo el CD de Chambao e intento perderme en el suave aleteo de la voz de La Mari que inunda los espacios más perdidos de mi locura. Cuando alcanzo la carretera que me lleva a casa no me abrigan ya ni edificios, ni la carnicera, ni las lejanas farolas. En la oscuridad no hay nada. La música no me deja escuchar lo que siento y "pause" tampoco me está descubriendo nada. El silencio tras el retrovisor se vuelve presencia e intento dominar de un vistazo cada ángulo sin conseguir atrapar a ese nadie. El intermitente a la derecha da paso a mi salida del coche y a una búsqueda del rastro sobrenatural ... evidentemente no hay en el coche nadie más que yo ... pero juraría haber sentido, como en muchos otros momentos, la presencia reirse a mis espaldas.