Me he resignado y me encuentro en disposición de aceptarlo ante quien me lo pida... los Abogados somos como una maraña liada y reliada de lana gruesa negra e infinita .... como lo diría.
Las marañas de lana que mi madre abandonaba de vez en cuando en aquel armario se volvían por el solo hecho de estar allí, inutilizables e insalvables, y jamás llegué a comprender cómo era posible que se liara la lana de aquella manera, en sí misma, en sus "adentros", una y otra y vez. También recuerdo ahora que, cuando el calor aprieta, un jersey de lana negra molesta, y mucho, porque se pega, pica y porque por más que quieras no te lo puedes quitar: o bien no llevas ninguna prenda debajo más que el sujetador o la camiseta que te has puesto ya las has sudado tanto que está arrugada, húmeda... la cosa está en que te toca quedarte con el jersey de lana puesto, sin más remedio.
Pues la comparación parece absurda, pero es del todo cierta.
Cuando tienes el "poder" de asesorar, de orientar, de ofrecer una posibilidad entre muchas ... me pregunto por qué hay un empecinamiento de los letrados en "dejarse llevar" por el odio, la venganza, el rencor, la envidia, la desesperación del cliente ... en vez de quedarnos con un trocito de lana porque hemos decidido cortar (en virtud del criterio aprendido y del instinto adquirido) ... nosotros, hacemos la madeja ... bien grande ... y claro, el Juez la ve y a veces, no logra entender nada. Yo, tampoco, cuando tengo a ese Abogado "madejero" enfrente.
Bastante tenían ellos hoy con una convivencia insoportable; bastante tenía él con una denuncia absurda que se catalogó en su día de "violencia doméstica"; bastante tenía ella que le sobraban psicólogos y grandes expertos arquitectos de mentiras; bastante tenía yo, que a mi hoy me sobrababa hacer de aquel asunto una madeja de lana negra. Demasiado calor para un 30 de octubre.
Se ha propuesto por el Letrado, después de un mes de procedimiento, y cuando ya empezábamos el juicio oral, la práctica de tres pruebas que, dicho sea con todo el respeto que se merece mi compañero, no servían para nada: un testigo de última hora al que nadie había hecho referencia en todo el mes (a eso, en la jerga de los Juzgados, se le llama aportar un testigo mentiroso); un psicólogo más para la colección de su clienta; y, una nueva valoración de las lesiones de su cliente (¿una más?, pero si tenía una pequeña mordedura en el labio superior). La Juez ha preguntado insistentemente el motivo de esas "superpruebas" (palabras textuales) que iban a suponer un retraso innecesario en el procedimiento; al Abogado se le ha escapado una sonrisita de medio lao. La Juez se ha quedado con el jersey de lana negra puesto; mientras, el sol la observaba insistentemente tras la ventana. Yo me he sentido (pues más de lo mismo) impotente por alegar cosas justas y no obtener la merecida razón.
Ellos nos piden una solución para su asunto pero no saben que la solución es la que ellos puedan darse con una pizca de tranquilidad, unos granitos de olvido y unas hojitas de madurez. Aquí los abogados, si no trabajamos al mismo son, enredaremos y enredaremos, y no habrá jamás una justa solución y llenaremos los Juzgados de Jueces que no nos entienden.
Por cierto, tengo un tema entre manos...pero me guardo la prueba sorpresa para el día del juicio... cachis, no tengo localizado el testigo ... tendré que pedir la suspensión otra vez (y vamos por la quinta).